El animal
humano es considerado el ser más inteligente del planeta Tierra,
pero, sin embargo, está acabando con el medio natural y el
ecosistema que les dio la vida. Algo que es bastante contradictorio
con su
supuesta superioridad y moral intelectual.
La contaminación a todos los niveles posibles (tierra, mar, aire…)
está repercutiendo en nuestra salud física y mental. También las
nuevas tecnologías nos están dando, en cierta forma, todo hecho a
nivel de cálculo e imaginación, lo
cual no beneficia nada al aumento de inteligencia de las futuras
generaciones. Desde que apareció la
calculadora, en las aulas, ya no se calcula mentalmente ni se
ejercita la capacidad de resolver operaciones matemáticas. Pero
ahora, desde principios del siglo XXI, Internet ha entrado en la vida
de una buena parte de la sociedad humana y cada vez va a más. El
auge de los teléfonos móviles, cada vez más sofisticados, ha
evolucionado a auténticas computadoras
de bolsillo, y están aborregando a una buena parte de la juventud
que están horas sumergidos en video-juegos y entretenimientos vacuos
y perjudiciales. Los libros, tristemente,
están en peligro de extinción.
Escritores
como Frenando Sánchez Dragó sugieren que estamos retrocediendo al
chimpancé. En cambio historiadores como el hebreo Yuval Noah Harari
es de la opinión de que el ser humano del futuro se convertirá en
una criatura híbrida mitad biológico, mitad máquina, lo cual,
según él, nos convertirá en una especie de dioses casi inmortales.
Se calcula que hacia el año 2060 la inteligencia artificial habrá
superado a la humana, situación que nadie sabe si nos beneficiará
o nos perjudicará. Esperemos que sea lo primero. Al tiempo.