martes, 12 de febrero de 2019

UNIVERSO


Desde antes del pensamiento racional el ser humano ha observado el cielo estrellado en los tiempos en que era un simple homínido en proceso evolutivo. Logró erguirse sobre sus extremidades posteriores y pudo alzar su vista al firmamento con una capacidad de abstracción que estaba empezando a despertar en su pujante cerebro. Tuvieron que pasar cientos de miles de años para hacerse una idea cabal que sirviera de base para la posterior indagación y reflexión de lo que tenían encima de su cabeza. Los fenómenos que presenciaba en el firmamento nocturno lo llenaron de fascinación y, a veces, en otras ocasiones, de un terror supersticioso. Las actividades extrañas de los astros y los cuerpos celestes eran asociadas con la voluntad de los dioses y seres sobrenaturales. El origen de la astronomía es más antiguo de lo que parece. Ya en tiempos prehistóricos los pueblos primitivos europeos transportaban enormes piedras llamadas dólmenes y menhires. Estos eran puestos en alineación con las estrellas y constelaciones. Es de suponer que antes de realizar estas titánicas maniobras, y de colocar enormes piedras de varias toneladas de peso, ya sabían la ubicación de determinados grupos o cúmulos estelares. Tal vez lo más extraño de todo fue poder mover esas piedras gigantes con relativa facilidad. Debían una gran fuerza física, o tenían una técnica más avanzada de lo que los humanos del presente podemos creer. Siglos más adelante, civilizaciones más evolucionadas como Mesopotamia , Egipto, China o las Mesoamericanas (Aztecas, Mayas e Incas) , ya hacían sus imponentes edificios en alineación con el cosmos conocido. En esos tiempos,tuvo su aparición la astrología, que es la madre de la astronomía. En siglos más recientes se adoptó por la ciencia la astronomía como ciencia más exacta y racional, ya que consideraban la astrología una pseudociencia supersticiosa y más relacionada con la magia que con el empirismo científico.


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