Desde
antes del pensamiento racional el ser humano ha observado el cielo
estrellado en los tiempos en que era un simple homínido en proceso
evolutivo. Logró erguirse sobre sus extremidades posteriores y pudo
alzar su vista al firmamento con una capacidad de abstracción que
estaba empezando a despertar en su pujante cerebro. Tuvieron que
pasar cientos de miles de años para hacerse una idea cabal que
sirviera de base para la posterior indagación y reflexión de lo que
tenían encima de su cabeza. Los fenómenos que presenciaba en el
firmamento nocturno lo llenaron de fascinación y, a veces, en otras
ocasiones, de un terror supersticioso. Las actividades extrañas de
los astros y los cuerpos celestes eran asociadas con la voluntad de
los dioses y seres sobrenaturales. El origen de la astronomía es más
antiguo de lo que parece. Ya en tiempos prehistóricos los pueblos
primitivos europeos transportaban enormes piedras llamadas dólmenes
y menhires. Estos eran puestos en alineación con las estrellas y
constelaciones. Es de suponer que antes de realizar estas titánicas
maniobras, y de colocar enormes piedras de varias toneladas de peso,
ya sabían la ubicación de determinados grupos o cúmulos estelares.
Tal vez lo más extraño de todo fue poder mover esas piedras
gigantes con relativa facilidad. Debían una gran fuerza física, o
tenían una técnica más avanzada de lo que los humanos del
presente podemos creer. Siglos más adelante, civilizaciones más
evolucionadas como Mesopotamia , Egipto, China o las Mesoamericanas
(Aztecas, Mayas e Incas) , ya hacían sus imponentes edificios en
alineación con el cosmos conocido. En esos tiempos,tuvo su aparición
la astrología, que es la madre de la astronomía. En siglos más
recientes se adoptó por la ciencia la astronomía como ciencia más
exacta y racional, ya que consideraban la astrología una
pseudociencia supersticiosa y más relacionada con la magia que con
el empirismo científico.
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