martes, 29 de noviembre de 2016

PREMIO''SOY CAPAZITADO'':''LA BÚSQUEDA''

Este pequeño ensayo es algo que me salió de forma espontánea y lo presenté al concurso “Soy Capazitado”.No tenía mucha esperanza de ganar nada , de hecho pensaba que no iba a quedar ni el tercero pero para mi sorpresa, quedé segundo , lo cual me ilusionó bastante porque no me lo esperaba.

Espero que lo encontréis mínima-mente interesante.

MI BÚSQUEDA

Cuando uno llega a una determinada edad, se queda asombrado, con perplejidad, mirando a las dos únicas direcciones del tiempo: el pasado y el futuro. Mirando hacia delante, pensando en qué le espera, y sobre todo, qué hay detrás de la vida, detrás del tiempo, detrás de la existencia absoluta. Uno se pregunta sobre el sentido del todo, en un ejercicio de introspección a veces doloroso por el pesimismo que pueda acompañar tal pensamiento. Mirando atrás en el tiempo, veo en mí, a un niño miedoso, tímido, un niño que no se sentía adaptado en el colegio al que iba. Días de estudio en los que prácticamente no estudiaba nada ¿Cuál era el problema? ¿Era simplemente un vago? Tal vez sí, pero había algo más poderoso que subyacía a todo ello. ¿Acaso una falta de estímulo? Posiblemente. Pero, se me antoja, que esa falta de estímulo tenía un lastre terriblemente pesado con el que yo no podía y me arrastraba con él. Nada podía curar al estudiante inseguro y profundamente vago que era yo. Ahora miro al pasado con tristeza e impotencia, y pienso, que me gustaría volver hacia atrás en el tiempo para corregir tan gran deficiencia, pero es imposible. Sin embargo, aunque fui un pésimo estudiante, me atraían los libros, eso sí, los libros que no tenían nada que ver con los estudios. Recuerdo que en 4º de EGB me leí El Principito. Lo leí en un solo día. Me gustó mucho, pero por otro lado me dejó una sensación melancólica en mi espíritu. Esa lectura fue una sensación agridulce (más dulce que agria). La literatura me empezaba a atraer, pero los estudios seguían repeliéndome. Acabé 8º de EGB con unas notas espantosas, de hecho, me tuve que sacar el graduado escolar por libre. Hice cursillos aquí y allá, en academias privadas; Diseño Gráfico, Artes Aplicadas; curso de fotografía; tomé durante varios años clases de dibujo y pintura con conocidos pintores santanderinos, ya que era lo que mejor se me había dado desde siempre… y hasta hice mis pinitos en Arte Dramático, en el Palacio de Festivales… mis padres pensaron que me vendría bien para superar mi timidez. No quisieron que fuera al instituto, ya que consideraron que sería una pérdida de tiempo, como lo fueron mis estudios precedentes, y tenían razón. Seguí viviendo mi vida, me enamoré bastantes veces y pocas fui correspondido, supongo que por la falta de confianza que tenía en mí mismo, también porque era (y soy) bastante raro. Pero uno nace como nace, y no puede evitar las imperfecciones. Ahora, con los años que tengo, en mi madurez, veo la vida con un prisma completamente distinto del que tenía de niño o adolescente. Me doy cuenta de la importancia de los estudios, de qué gran valor tiene el tiempo, y de cómo lo he malgastado. Pero más vale tarde que nunca. Como dijo Aldous Huxley:” Revolcarse en el fango no es la mejor manera de limpiarse”. Uno se da cuenta de que existe, que vive, que es. Mira todo lo que tiene a su alrededor, lo mira con unos ojos distintos a los que tenía hace décadas, unos ojos más cansados, unos ojos que necesitan gafas, pero esa mirada es más intuitiva, mas penetrante. Ven con más objetividad que antes, aunque esos ojos pertenecen a una mente subjetiva, como la de cualquier ser humano. Estamos condenados a la subjetividad mientras estemos en nuestro cuerpo. Nuestra maquina cerebral es igual, en cuanto componentes y mecanismos, a la de todas las personas, pero sin embargo cada individuo tiene su mente particular y distinta, como si la mente fuese algo inmaterial que no se doblegase al determinismo material del cerebro. De lo contrario seriamos autómatas, simples máquinas de carne y hueso. Pero todo apunta a que somos algo más que eso. Es curioso, si uno observa la masa encefálica, se da cuenta de que es una víscera sanguinolenta que provoca el rechazo en muchas personas, y uno se pregunta como algo tan repelente para la vista puede producir ideas tan elevadas como: El amor, la bondad, la justicia, el arte, etc. No deja de ser paradójica para el espíritu racionalista esta observación. Volviendo al mundo del conocimiento humano, después de bucear en la filosofía de todos los tiempos, uno se fija no solo en la filosofía que cada individuo deducía y creaba si no en el comportamiento humano de cada filósofo, su psicología. Estaba claro que había filósofos más atormentados que otros, y ese estado psicológico influía sin duda en su filosofía. Cada filósofo tiene una filosofía diferente a la de otro filósofo. Lo mismo ocurre con las personas, no todos pensamos igual. Por eso considero la filosofía como una disciplina subjetiva. La Ciencia por lo contrario es objetiva; dos más dos son cuatro para todo individuo sin excepción, las matemáticas son una ciencia exacta sin ninguna duda. Lo mismo podría decirse de la física, la química, la medicina y de muchas más, pero en cuanta exactitud las matemáticas se llevan la palma. Algunos, podrían pensar que las matemáticas fue una invención humana, nada más lejos de la verdad, esta ciencia existía desde los principios del universo. Solo el ser humano la fue descubriendo y desentrañando cuando su débil cerebro evolucionó algo más que el de sus parientes simios hace más de un millón de años. Todavía hay mucho por aprender, mucho por descubrir. Pero volviendo al tema de la filosofía ¿Qué filósofo y qué filosofía se acerca más a la verdad? ¿Sócrates (Platón), Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás, Kant, Marx, Nietzsche, Sartre? (por decir unos cuantos de los más importantes). Si alguno de ellos me ha llamado la atención, aunque no esté de acuerdo con una gran parte de su filosofía, ese fue Friedrich Nietzsche; lo veo como un ángel caído, terriblemente rebelde, totalmente disconforme, con una mente aguda y poderosamente original. Siempre me llamó la atención su filosofía y su forma de ser. Una actitud motivada por unos dolores de cabeza y oculares que llevaba sufriendo desde la infancia y que se agravaron con una infección de sífilis que contrajo aproximadamente cuando tenía veinte años. Es comprensible, hasta cierto punto, que el carácter de Nietzsche se amargara por el sufrimiento que tuvo que padecer. Desarrolló un salvaje pensamiento del caos y la superación del bien y el mal entre otras ideas. Una filosofía que te invita a acercarte al borde del abismo y escudriñarlo, no para caer en él, sino para salir fortalecido en todo caso. Su pensamiento es audaz y demoledor, pero detrás de todo ese vitalismo tan vigoroso está la nada, y eso no me convence. Luego está su odio absoluto al cristianismo con el que no estoy nada de acuerdo. Aunque fuese ateo, nunca estaría a favor de una ideología que odiase a Jesucristo. Cristo es la bondad y el amor absoluto. No quiero hacer proselitismo, pero esa es mi forma de pensar en estos momentos de mi vida. Buscando una senda que me lleve a lo que todos los seres humanos anhelan en lo más profundo de su ser. Uno de los motivos que me han impulsado a escribir este texto, es mi reciente lectura del libro titulado: “Dios existe” del filósofo ya fallecido Antony Flew. No creo que en toda la historia del pensamiento haya habido un caso como este. Ateo a lo largo de casi toda la vida, aplicando el método socrático de “seguir la evidencia hasta donde quiera que nos lleve” llegó por fin a la sorprendente conclusión de que había una inteligencia subyacente a la creación cósmica. Se rindió a la evidencia. Dice que llegó a esa conclusión por medio de la razón y no por ninguna revelación divina. Fue una peregrinación por el camino del raciocinio que culminó con esa asombrosa conclusión. Sin duda, en el ámbito de la intelectualidad atea levantó muchas ampollas. Fue criticado, alegando que se había vuelto senil y le habían manipulado. Sin embargo, si uno lee su libro se da uno cuenta de la lucidez, coherencia e inteligencia del texto realizado a pesar de haberlo escrito pocos años antes de morir, en la recta final de su ancianidad. Libros como este, he leído bastantes y espero leer más, si Dios quiere. Uno aprende de la vida aunque haya sido un mal estudiante, y si además te interesas por temas tales como: la filosofía, la historia, la antropología, la ciencia en general, el arte y la cultura, enriqueces tu espíritu y te ayuda a recorrer el camino de la vida.
Nietzsche y Anthony Flew
Cuando era niño, tenía una creencia en Dios absoluta. No me cabía la menor duda de una inteligencia creadora en el universo. Pero, mis esquemas se tambalearon cuando conocí a un amigo que admitía que no creía en Dios, que Dios era una mentira. Este acontecimiento influyó sin duda en mi forma de ser, angustiándome por primera vez de manera seria. No entendía, como algo tan obvio podría ser falso. Fue una conmoción en toda regla. A partir de ahí empecé una búsqueda del conocimiento del universo y de mí propia mente (“conócete a ti mismo” era unos de los lemas de Sócrates). Esta búsqueda continúa hoy en día, y durará toda mi vida. Por eso pienso que hay una diferencia considerable en creer en algo o creer en nada. El que cree que la existencia, la vida, la inteligencia y la consciencia surgieron del azar y del caos primigenio, en cierta manera, está creyendo en algo. El problema es, cómo a partir de la nada y el caos surgió un orden, un orden que nos llevó a pensar, a escribir por ejemplo, esto que estoy haciendo. Todo cerebro humano posee las mismas partes. A groso modo: lóbulo frontal, lóbulo parietal, lóbulo occipital, lóbulo temporal, puente tronco encefálico, bulbo raquídeo y cerebelo. Luego interiormente están: El tálamo, el hipocampo, la glándula pituitaria y en el tronco encefálico están: El mesencéfalo el puente de varolio y la médula espinal. Todas esas piezas poseen los seres humanos en general (exceptuando algún caso de malformación o anomalía congénita). Sin embargo cada individuo, se comporta de manera totalmente diferente. Cada persona tiene su comportamiento diferenciado de la otra. Lo que me sorprende de esto, es que no seamos simples autómatas teniendo todas las mismas fisiologías cerebrales. Tal vez, la gente que lea esto pueda pensar que soy un dualista en vez que un monista materialista como por ejemplo era Freud, gran genio del psicoanálisis y del subconsciente entre otras cosas. Siempre fue un racionalista ateo, y eso lo llevó a enemistarse con su más destacado discípulo, Carl Jung. Freud tenía la creencia de que todo lo que ocurría en la mente era de origen físico-químico - eléctrico. Jung por lo contrario creía que en el ser humano había más energías inmateriales que podían escapar al escrutinio de la razón. Era el dualismo contra el monismo. A pesar de poseer una gran inteligencia, Freud era una mente cerrada, cerrada a la posibilidad de que algo pudiese haber más allá de la materia. Realmente, creo que si no sabemos lo que es exactamente cosas como la materia o el tiempo, poco podremos saber(o tal vez nunca) lo que es el espíritu. Mientras tanto mi búsqueda seguirá.


Sigmund Freud y Carl Jung


Luis Ignacio Serrano López(Nano)

4 comentarios:

  1. Enhorabuena Luis Ignacio de tu compañera Azucena.Me alegro por ti. Tu si que vales

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  2. Muchas gracias por compartirlo con todos nosotros. Gran trabajo

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  3. Unas reflexiones muy interesantes! no me sorprende que haya sido premiado y desde luego el tema da para seguir ahondando en esa búsqueda personal. Enhorabuena!

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  4. Interesante tema y sincero el autor. Al tener parte autobiográfica está diciendo sin tapujos " yo soy así "...
    Un gran ser humano!

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